Io Saturnalia! Ave Sol Invictus! ¡Feliz Navidad!

Written by Taha Bezmiliana on jueves, 8 de diciembre de 2016 at 9:59


Diciembre siempre ha sido una época para la rebelión, la celebración, la esperanza. La celebración de los solsticios, un término astronómico que se refiere a la posición del sol (solstitium =sol sistere = sol quieto), ha sido una de las celebraciones más antiguas y universales de los grupos humanos.
En el hemisferio norte a mediados de diciembre, los días son muy cortos y, después del solsticio, empiezan a alargarse de nuevo. En la antigüedad, imaginaban que el sol se hacía viejo, hasta morir, y que después nacía un niño Sol.

Todavía hoy, muchas culturas celebran el solsticio de invierno; aimaras, quechuas, rapanui y mapuches celebran por estas fechas la tradición de agradecer los bienes del año anterior y pedir al padre Sol que retorne con mayor fuerza después de su retiro invernal.
En la antigua Roma, una sociedad eminentemente campesina que vivía al ritmo de las estaciones, el solsticio de invierno -terminadas las tareas agrícolas- dejaba tiempo para descansar del esfuerzo cotidiano, relajarse y olvidar por unos días las reglas que les oprimían durante el resto del año, celebrando la alegría de la familia, la fertilidad, el cambio, la renovación, la protección, el nuevo ciclo.
Alrededor del 217 a. C., para elevar la moral de los ciudadanos después de la derrota militar sufrida ante los cartagineses en el lago Trasimeno, fue instituida la oficial en honor de Saturno, el Festival de la Saturnalia. Se iniciaba el 17 de diciembre, al grito multitudinario de «Io,Saturnalia», con la celebración de la consagración del templo de Saturno (el dios de la agricultura y las cosechas) en el Foro romano, con sacrificios y banquete público festivo (lectisternium).
El poeta Catulo (84 a.C-54 a.C.) decía que eran “los mejores días”. Séneca El Joven (4 a.C-65 d.C) escribió que “La multitud se deja llevar por los placeres... ...toda Roma se volvía loca” durante las fiestas.
También había quienes se refugiaban en su casa de campo, como Cicerón (106 a.C-43 d.C) huyendo de unas fiestas que debían ser muy ruidosas a juzgar por las palabras de Plinio el Joven (63-113), que cuenta que se aislaba en unas habitaciones de su Villa Laurentina: “Especialmente durante la Saturnalia, cuando el resto de la casa está ruidosa por la licencia de las fiestas y los gritos de festividad. De esta forma, no obstaculizo los juegos de mi gente y ellos no me molestan en mis estudios”.
Los romanos asociaban a Saturno, dios agrícola protector de sembrados y garante de cosechas con el dios prehelénico Crono, dedidad suprema durante la mítica edad de oro de la tierra cuando los hombres vivían felices, sin separaciones sociales.
Las fiestas comenzaban con un sacrificio en el templo de Saturno, al pie de la colina del Capitolio, seguido de un banquete público y gratuito. Se cerraban las escuelas, los tribunales y las tiendas, se paraban las guerras, se liberaba a los esclavos, y los romanos cometían todo tipo de excesos con la bebida y la comida.
En la Saturnalia la gente salía a la calle a bailar y cantar con guirnaldas en el pelo, portando velas encendidas en largas procesiones. Era una ocasión para visitar a los amigos y parientes e intercambiar regalos de fruta, nueces, velas de cera de abeja y sigillaria (pequeñas figuritas de terracota). Apophoreta.
Durante todo un día se celebraba un intercambio de roles: cada familia elegía un Rey de la Saturnalia, o Señor del Desgobierno, que podía ser un niño y presidía las fiestas dando órdenes extravagantes y absurdas; los hijos invertían los papeles con sus padres y pasaban a ser los jefes de la casa; los esclavos domésticos actuaban como amos -incluso llegaban a usar las ropas de su señor- y los amos los servían como esclavos.
Inicialmente duraba un día, pero fue alargándose a lo largo del tiempo y a finales del siglo I ya duraban una semana. Era la fiesta de la libertad y la desinhibición en la que se organizaban juegos, bacanales, bailes de máscaras y espectáculos desenfrenados que estaban prohibidos el resto del año. Los cristianos utilizaron el término saturnalia como sinonimo de orgía.
Augusto y Calígula intentaron reducir a 3 o 5 días las celebraciones, pero el pueblo siguió festejándolo, sin celebraciones oficiales desde el 17 al 23 de diciembre, y a finales del siglo I, las vacaciones judiciales se fijaron definitivamente en cinco días.
Al final de la Saturnalia, el 25 de diciembre, se celebraba el Natalis Solis Invictis (nacimiento del sol invencible). Deus Sol Invictus era uno de los dioses romanos más populares, que recibía culto un día a la semana, el Dies Solis (en inglés, “sunday" = "día del sol”).
A partir del siglo III Deus Sol Invictus se personificó en el dios Mitra, de orígenes persas pero que se convirtió en la religión dominante en Roma, especialmente venerado por los soldados.
Después del día 25, empezaba el festival de Sigillaria, en el que se hacían regalos a los niños: anillos, muñecos de terracota, sellos, tablas de escritura, dados, pequeños objetos, monedas, y bolsas de canicas.
Durante estos días, se decoraban las casas con plantas verdes, se encendían velas para celebrar la vuelta de la luz, y se colgaban figuras de los árboles. Pero los romanos no metían árboles dentro de casa ¡no hubiesen realizado el sacrilegio contra la naturaleza de cortar un árbol!, adornaban los que estaban plantados en la tierra (la tradición del árbol de Navidad tiene sus orígenes en el siglo XVI).
En el año 321, el emperador Constantino -que era sumo sacerdote en el culto a Sol Invictus y que había legalizado el cristianismo sin dejar de rendir culto a los dioses romanos- hizo gala del tradicional sincretismo romano, decretando que el día del sol fuese también el día del señor (dominicus), jornada de descanso y adoración para la los cristianos, y declaró que el día del “nacimiento del sol invencible”, que se celebraba el 25 de diciembre, debía ser considerado como una nueva fiesta cristiana para celebrar el nacimiento de Cristo.
En el 350, el papa Julio I reconoció oficialmente el 25 de diciembre como la Fiesta de la Natividad.
La celebración de la Navidad llegó a Egipto hacia el año 432, a Inglaterra al final del siglo VI y a los países nórdicos a finales del siglo VIII.
Actualmente los cristianos occidentales lo celebran el 25 de diciembre y los cristianos ortodoxos lo hacen el 6 de enero, basándose en las referencias de un académico griego, Clemente de Alejandría, que a su vez escribió sobre otro maestro griego, Basillides, que dijo que Jesucristo nació el 6 de enero, y refiere la Fiesta de la Epifanía.
Desde 1801, cada 6 de enero se conmemora en Europa la visita que los Magos de Oriente hicieron al Niño…
Pero en diversos lugares se conservan algunas diferencias, restos de tradciones acumuladas a lo largo de los siglos, aunque los regalos los traen siempre personajes míticos arcanos procedentes de "ultramundo": los antepasados en Sicilia; Santa Lucia en el Véneto (la santa de la Luz que se conmemora el 13 de Diciembre, el día mas corto, es decir el solsticial al acumularse los retrasos del calendario Juliano); Santa Klaus en Alemania y paises nórdicos; San Nicolás de Bari en los Países Bajos; los Reyes Magos en España; Befana en Italia; Olentzero en el País Vasco; Caga Tió en Cataluña; Apalpador en Galicia; Anjanas y Esteru en Cantabria.....
En Italia "...La befana vien di notte con le calze tutte rotte il cappello alla romana. Viva, viva la befana!" y llena de chucherías los calcetines que los niños dejan colgando en la cocina de su casa, aunque a los que han sido traviesos la Befana les trae carbón…
En el Reino Unido el Tronco de Navidad que se prende el día de Nochebuena, permanece encendido hasta la “Twelfth Night” (duodécima noche) para que el año entrante traiga buena suerte a la familia. Procede de la antigua tradición celta de que los espíritus de los árboles viven en las ramas de hiedra y acebo que colgaban en las casas para decorarlas y proteger a los espíritus de los árboles de la crudeza del invierno; pero de no liberarlos la Noche de Reyes, se retrasaría la llegada de la primavera y sería un año de penurias.
 
En la “Twelfth Night” es tradicional tomar cerveza especiada y pastel de Reyes, un pastel de frutas con varias sorpresas: al que le toca la judía seca es nombrado Rey o Reina, quien tiene el clavo es el villano, la rama es para el loco y si te toca el trapo, eres una mujer de mala reputación.

Jan Steen 1668. Twelfth Night

En la Edad Media en los días previos a la “Twelfth Night” se celebraba la "Fiesta de los Locos" en la que gastaban bromas, y en la propia Noche de Reyes se celebran numerosas "pantomimas" (representaciones teatrales). Se cree que la obra Noche de Reyes de Shakespeare fue titulada así porque se estrenó en la “Twelfth Night” de 1601.
En España los regalos los traen los Reyes Magos Magos. Según la leyenda medieval, Elena, la madre del Emperador Constantino I llevó sus cuerpos a Constantinopla, de donde fueron trasladados a Milán y luego a la catedral de Colonia (Alemania) en el tráfico de reliquias medieval.
En la huerta de Murcia se representan los Autos de Reyes Magos, pequeñas representaciones teatrales de los vecinos que narran la Epifanía, reminiscencia del teatro castellano que llegó con los caballeros de la orden de Santiago. Se dice que la de Aledo se remonta a finales del siglo XIII, y en Churra está documentada su representación desde el siglo XVIII.
Las obras son inéditas y se han ido trasmitiendo por vía oral de generación en generación, hasta que algún maestro o sacerdote las recogió por escrito. Por eso no suelen coincidir los textos, pero hay muchas similitudes. El Auto de Reyes de Aledo incluye las llamadas «bombas», que son versos satíricos sobre temas de actualidad.
En Alemania en el mes de enero niños y jóvenes vestidos de Reyes Magos, los sternsinger (cantores de la estrella), van de casa en casa portando una estrella y cantando una canción o recitando una poesía, y recolectando donativos para las personas necesitadas, y marcan con tiza bendecida la puerta de entrada o su marco con la bendición “C+M+B” que protege la casa y a sus habitantes de la mala suerte y les trae la bendición de Dios.
En el Sur de los Países Bajos y Flandes el 6 de enero los niños van de puerta en puerta en grupos de 3 y vestidos como reyes cantando una canción, con una estrella o farolillo encendido que recuerda a la estrella que siguieron los 3 reyes magos después del nacimiento de Jesús.
Según el periodista Paul Spapens (especialista en la cultura folclórica de los Países Bajos y Flandes), esta tradición se remonta a la Edad Media. En invierno, cuando la población pobre ya había consumido sus reservas de alimentos, solía estar permitido que salieran a mendigar. El día de Reyes era uno de esos días en que podían ir de casa en casa para pedir un poco de comida extra. Entonaban una canción mendicante del siglo XVII procedente de Den Bosch, donde cada 6 de enero el Magistrado les regalaba un sombrero nuevo a los empleados de la ciudad en una ceremonia en el Ayuntamiento:
Tres reyes, tres reyes, dadme un sombrero nuevo,
el viejo se ha gastado, mi madre no debe enterarse,
mi padre pagó el dinero en el mostrador.
Actualmente un cortejo con pequeños pastores con ovejas y perro pastor, el gremio medieval de tiradores y niños con farolillos, siguen a los tres Reyes Magos montados en caballos árabes, con repique de campanas, desde la plaza del mercado hasta la basílica de San Juan.
Los primeros estudiosos cristianos, como el teólogo Orígenes (185-253), condenaban la celebración del nacimiento de Cristo “como si fuese un faraón” pues sólo se festejaba el nacimiento de los pecadores y no de los santos. Algunos grupos fundamentalistas (testigos de Jehová, por ejemplo) no celebran la Navidad, por su origen pagano.
Parece bastante claro que Jesucristo no nació en diciembre. Es muy improbable que los pastores de Judea durmiesen con sus ovejas a la intemperie en diciembre, con temperaturas bajo cero y en época de lluvias.
Se ha especulado con muchas fechas: el 16 de mayo, el 9 o 20 de abril, el 29 de marzo…La Associates for Scriptural Knowledge, de Wisconsin aseguran que la Estrella de Belén que guió a los tres Reyes Magos fue una conjunción de Venus y Júpiter que ocurrió el 17 de junio del año 2 a.C.
¡Agita las cosas un poco! ¡Haz lo inesperado! Porque estas acciones pequeñas recuerdan el espíritu de la Saturnalia y tienen importancia religiosa, al conectarnos directamente con la Naturaleza
(Tomado con libertad de Frances Bernstein, Classical Living: Reconnecting with the Rituals of Ancient Rome)

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